lunes, 11 de marzo de 2013

A José María Palacio

Al final no se produce ese “milagro de la primavera” ansiosamente deseado por Antonio Machado y Leonor, su amada compañera, fallece en el mes de agosto y es enterrada en el cementerio de Soria, en El Espino.
El poeta, profesor de francés en el instituto, pide traslado y el siguiente curso rompe con su vida en Soria para encontrarse trabajando y viviendo en Baeza (Jaén).
Desde esta ciudad, unos nueve meses después, y cuando la primavera viene empujando fuerte por esas tierras andaluzas, escribe este poema-carta a su amigo José María Palacio recordando a su amada Leonor.


A JOSÉ MARÍA PALACIO

Palacio, buen amigo,
¿está la primavera
vistiendo ya las ramas de los chopos
del río y los caminos? En la estepa
del alto Duero, Primavera tarda,
¡pero es tan bella y dulce cuando llega!...

¿Tienen los viejos olmos
algunas hojas nuevas?

Aún las acacias estarán desnudas
y nevados los montes de las sierras.

¡Oh mole del Moncayo blanca y rosa,
allá, en el cielo de Aragón, tan bella!

¿Hay zarzas florecidas
entre las grises peñas,
y blancas margaritas
entre la fina hierba?

Por esos campanarios
ya habrán ido llegando las cigüeñas.

Habrá trigales verdes,
y mulas pardas en las sementeras,
y labriegos que siembran los tardíos
con las lluvias de abril. Ya las abejas
libarán del tomillo y el romero.

¿Hay ciruelos en flor? ¿Quedan violetas?

Furtivos cazadores, los reclamos
de la perdiz bajo las capas luengas,
no faltarán. Palacio, buen amigo,

¿tienen ya ruiseñores las riberas?

Con los primeros lirios
y las primeras rosas de las huertas,
en una tarde azul, sube al Espino,
al alto Espino donde está su tierra...
Antonio Machado

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